lunes, 6 de octubre de 2014

… Pero yo no voy a conocer a Angy

Mila, como así la llaman sus pequeños pacientes, estaba intentando convencer  a Andrea de que participase en un desfile benéfico a favor de los niños oncológicos del Hospital Virgen de la Salud de Toledo. 

-Venga Andrea que tú y yo vamos a cerrar el desfile cogidas del brazo de Cayetano (Rivera Ordóñez).


-Sí claro, pero yo no voy a conocer a Angy -contestó la pequeña-.


Para ella el torero no era más que un personaje famoso. A ella quien de verdad le interesaba era la pequeña cantante mallorquina de la que prácticamente tiene toda la discografía.


El terremoto Mila no perdió la oportunidad y así se reunió con quienes estaban organizando el desfile les insinuó el deseo de la niña.


-No prometemos nada, pero lo vamos a intentar.


Ni 24 horas habían pasado cuando la maquinaria estaba a punto de encajar. Localizado el manager de Angy, la cantante daba el sí.


Después de una semana de presentaciones, ensayos, promociones… Angy y su encantadora madre eran recogidas en Madrid por dos perfectas desconocidas que la llevaban a Toledo al encuentro.



La cantante Angy, en el Hospital



Andrea, ataviada con su camiseta promocional de la cantante que se había puesto ese día para ir a consultas, se sentaba durante media hora a contarle sus "cosillas" a Ángela. Porque en ese momento la artista se había convertido en la jovencita que en realidad es.

Una hora después, la cantante se sentaba en el despacho del pediatra oncológico para explicarle a Andrea cómo estaba su analítica.

El chillido de sorpresa es irreproducible. La cara de sorpresa inexplicable. Las lágrimas de Angy lo decían todo. 


Los demás sólo podíamos asistir al encuentro con la esperanza de que esa terapia de cariño, abrazos, sonrisas, nuevas amistades… ayuden a Andrea en su recuperación.


El viaje de vuelta a casa fue todo un desahogo de la excitación del momento vivido. 


Andrea ha prometido que participará en el desfile. La cantante que volverá a verla. Los demás sólo que seguiremos pendientes de ambas.

lunes, 19 de mayo de 2014

¡No me interesa!

No me interesa!" No. No me interesa que me hablen de que cualquiera de mis familiares padece cáncer. No me interesa. No quiero que me interese. Pero, aunque a mí no me interese oír el fatal diagnóstico, no va a dejar de suceder.

No me interesaba que mi hermana me llamase diciendo que le habían diagnostico cáncer. No quería que me tuviera que interesar.

No me interesaba que la neuomóloga nos dijera que la mancha en el pulmón que le habían visto a mi padre era cáncer. No, porqué tenía que interesarme? Por qué a mí? Por qué a mi familia?

Pero llega. Y, aunque no me interese a mí escucharlo, aunque mis oídos se nieguen, se cierren, el diagnóstico está ahí, inasequible al desaliento. Como una espada de Damocles.

Y entonces comienza la lucha. La carrera contra reloj.

Pero, si el diagnóstico es trágico en un padre, en una hermana, cómo calificarlo cuándo es el de un hijo/a?

Quienes hemos tenido la desgracia de sufrir la enfermedad de un/a hijo/a sabemos, conocemos muy de cerca lo que significa. Las noches, los días, las horas, los minutos, los segundos… todo el tiempo es tan lento y tan rápido a la vez que da miedo…

Las fuerzas flaquean. Las lágrimas se secan en la garganta. La sonrisa se congela en los labios. La esperanza llena nuestros sacos. Y cada diagnóstico nuevo es una nuevo varapalo. O una nueva esperanza.

Un pequeño cuerpo que lucha con sus fuerzas por salir adelante, por continuar escribiendo en ese libro blanco que apenas tiene unos pocos años, al que te gustaría reemplazar.

Decirle ¡No me interesa tu problema! No es duro. Es inhumano. Y, si viene de nuestros representantes políticos, por mucho que nos lo quieran vender con lazo rojo y envuelto en papel celofán, sigue siendo inhumano.

Nunca le he deseado mal a nadie, pero ojalá cuando las fuerzas les flaqueen, cuando ni todo el oro del mundo, ni el poder, ni la clase social sean la patente para salir adelante ante una situación similar, los concejales del Partido Popular que se levantaron de sus asientos en el Pleno del Ayuntamiento de Toledo cuando los padres de niños ingresados en la planta de Oncología del Hospital 'Virgen de la Salud' intervenían para hablar de la situación que viven por los recortes en Sanidad, concejales que fueron elegidos por la misma sociedad a la que dieron la espalda con su actuación, ojalá repito, nunca nadie les diga ¡No me interesa!.