viernes, 27 de febrero de 2009

"Tienes...cáncer de mama"



Sus ojos vivarachos y el constante movimiento de sus manos muestran a una mujer comprometida con la vida, preparada para afrontar cualquier eventualidad y darle unos capotazos si vienen mal dadas. Carmen Pérez ha aprendido mucho de esto en los últimos años, aunque quizás precisamente esta forma de ser es la que le ha servido para afrontar serena y paciente su enfermedad: cáncer de mama.
En su libro ‘90C-75B ¿y qué?’, esta coruñesa afincada en Toledo cuenta su experiencia con la enfermedad. A Carmen, el diagnóstico le llegó filtrado a través de su marido. No es que ella no estuviera preparada para escucharlo. Lo estaba del mismo modo que cada uno de nosotros podemos estarlo. Era consciente de que tenía un bultito en el pecho, diagnosticado como un fibroadenoma. Lo que no podía pensar era que ese bultito que, en principio no debía darle mayores complicaciones, era en realidad un cáncer de mama. Quizás por eso había dejado el teléfono de su marido para que le llamaran cuando estuvieran los resultados de la mamografía y demás pruebas que la habían realizado.
A raíz del diagnóstico, Carmen sufrió en su cuerpo todas las transformaciones posibles y, pese a que el bajón también estuvo presente en muchos momentos, probablemente más de los que a ella le hubiera gustado tener, su forma de ser, junto al apoyo de su familia, fueron vitales para pasar este duro trance.
En esos momentos, escribir se convirtió “en la actividad prioritaria de mi lista”. Aconsejada por su terapeuta, Carmen comenzó a confeccionar una lista con las cosas que tenía que hacer a diario. “Con el paso del tiempo descubrí que planificar actividades que yo consideraba absurdas me ayudaba a gestionar el tiempo, a liberar tensiones, a cumplir mis objetivos, a asimilar que con el cáncer se puede vivir. Empecé a hablar de mi enfermedad”, afirma en su libro.
Y así, poco a poco, Carmen contó una pequeña parte de sus vivencias, de sus sentimientos... y las transformó en un libro, editado por Ediciones Letra Clara.
Es consciente de que la actitud que uno muestre frente a la enfermedad es vital a la hora de afrontarla. Es algo que le enseñó su oncólogo. “Esto es un proceso muy largo. Si eres fuerte, si comes bien, si te relajas, si, a pesar de los días malos, que seguro llegarán, lo superas, te vas a curar. De ti depende. La decisión es personal: o el cáncer o tu vida. Piénsalo”. Y, por el momento, Carmen lo tiene claro: su vida.
Y de este modo, intentando no dejarse vencer por el desánimo, comenzó una nueva vida de la que habla como si fuera la de otro, como si esto a ella nunca le hubiera sucedido.
No conocía a Carmen antes de mi charla, más que entrevista. Pero, sin duda, es un buen ejemplo para plantarle cara a cualquier mal diagnóstico, a cualquier mal día.

Un diagnóstico casual

Tienes cáncer de tiroides. El diagnóstico le cayó como un jarro de agua fría. Al principio pensó que no hablaban con ella, que se lo estaban contando a otra persona. Unos segundos después, los que tardó en digerir la noticia, su mirada se cruzó con la del cirujano: ¿tiene cura? Vale, pues entonces ¿qué tenemos que hacer?
Silvia Nogués se encontró con el diagnóstico de casualidad. A sus 36 años, estaba esperando los resultados de anatomía patológica de un quiste mesentérico que le habían sido extirpado. Nada le hacía sospechar que lo que había sido una intervención quirúrgica, en teoría “sin complicaciones” , le deparase este revés. Ni que decir tiene que una cosa no tenía que ver con la otra, pero lo cierto y verdad es que una cosa llevó a la otra. Porque mientras el cirujano esperaba los resultados del quiste, algo le hizo sospechar que en su cuello no todo estaba bien.
Digerida la noticia, el siguiente paso fue la cirugía. Una intervención que le dejó apenas una marca en su cuello, algo que como dice su oncólogo, puede tapar perfectamente una bonita gargantilla.
El peor momento de todo el proceso llegó con el tratamiento. Más por el periodo de ausencia que por los efectos secundarios. Y es que, a los días en el hospital, sin compañía, se sucedió un periodo de aislamiento debido al yodo radioactivo que había tomado para ‘matar’ cualquier posible resto que no hubiera sido extirpado con la cirugía.
Dos años después, Silvia afronta la vida de otra manera. Asegura que lo más importante de todo es marcarse metas cortas, fácilmente superables y, sobre todo, dar importancia a lo que verdaderamente lo tiene.
Sus hijos y su familia han sido claves a la hora de afrontar la enfermedad. Sobre todo sus pequeños que han sido quienes más de cerca han sufrido las ausencias de mamá, los cambios de humor debido a la medicación, las esperas de los resultados de los nuevos análisis.
En el Día Mundial del Cáncer, Silvia aconseja a mujeres y hombres que aprendan a conocer su cuerpo y que cualquier bultito que aparezca en él sea consultado con el médico. “Puede no ser nada, pero también puede ser el origen de algo”. Es consciente de que la prevención es primordial en estos casos y, sobre todo, cómo se afronte la enfermedad. Como en su día le dijo el oncólogo: al constipado le llamamos constipado, al cáncer, cáncer. Pero eso no significa que no tenga cura.